CÁNCER DE PRÓSTATA



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CÁNCER DE PRÓSTATA
Información restringida.
Cáncer de próstata.

Es el cáncer más frecuente en el varón.

Muy relacionado con la edad, aparece en las autopsias de más del 40% de varones de cincuenta años, para aumentar su frecuensia hasta un 67% (uno de cada tres) entre 80 y 89 años.

Pese a ello, la aparición de síntomas del mismo en vida es mucho más reducida (alrededor de un uno por ciento)

El riesgo de desarrollar un cáncer de próstata en un español de 50 años a lo largo de su vida se acerca al 40%, pero de este que produzca síntomas clínicos no llega al 10%, y la posibilidad de que le produzca la muetre es inferior al 3%.

Complicaciones.

Depende del estadío evolutivo en que se encuentre.

La enfermedad localizada puede curarse sin afectación de la esperanza o calidad de la vida.

El tratamiento hormonal reduce la calidad de la vida, al anular la función sexual y la líbido.

La enfermedad localmente avanzada puede curarse, pero lo más frecuente es que recaiga en menos de tres años, reduciendo la esperanza de vida.

La enfermedad metastásica reduce la esperanza de vida, aunque inicialmente se suele detener con el tratamiento.

Causas.

La causa básica se desconoce, aunque diversas teorías y datos apuntan a un traumatismo como factor desencadenante.

Signos y síntomas.

Inicialmente producen pocos síntomas.

La presencia de síntomas obstructivos:

Retraso en el comienzo de la micción,

Chorro de orina poco potente, con pausas,

Sensación de vaciamiento incompleto,

Goteo tras finalizar.

es mucho más frecuente en la Hipertrofia Benigna de Próstata (HBP)

Los cánceres ya muy avanzados provocan:

Dificultades circulatorias en piernas, con hinchazón,

Dolores de huesos, sobre todo vertebrales, o.

síntomas neurológicos (impotencia, falta de vaciamiento de la vejiga con retención de orina)

Factores de riesgo.

La edad.

Se supone que existen factores ambientales o dietéticos que influyen en su avance, pero todavía no se han podido concretar.

Prevención.

Obstrucción urinaria, con repercusión en los riñones.

Fracturas patológicas de columna vertebral, por las metástasis.

Afectaciones neurológicas provocadas por las anteriores.

Diagnóstico y tratamiento.

El procedimiento habitual de diagnóstico procede como sigue:

Se realizan tactos rectales de cribaje en la población asintomática.

En los casos en los que se encuentra la glándula agrandada y endurecida, se procede a una determinación de marcadores tumorales en la sangre (PSA)

Su resultado debe interpretarse con mucha cautela en este contexto, ya que esta prueba produce muchos falsos positivos (dicen que una persona sana está enferma) y negativos (dicen que un enfermo está sano) por lo que son mucho más útiles para el seguimiento de la enfermedad que para su diagnóstico inicial. También se estudian otros parámetros en la sangre, más indicativos de desarrollo a distancia de la enfermedad (Fosfatasa ácida)

Es conveniente, si hay síntomas obstructivos, realizar estudios de la función renal.

Acto seguido, para confirmar o asegurar el diagnóstico, se procede a una punción - biopsia transrectal (obtención de una muestra de tejido mediante la introducción de una aguja desde el recto; es poco molesto)

A partir de aquí, se pasa a las técnicas de visualización, para valorar las posibilidades quirúrgicas (hacerlo antes produce resultados confusos)

Ecografia Prostática Transrectal: Permite detectar si el cáncer se circunscribe a la próstata o la ha desbordado. También se emplea para guiar la aguja en el procedimiento previo de punción - biopsia.

RMN (Resonancia Magnética Nuclear) Permite valorar los ganglios linfáticos pélvicos (que se afectan pronto, y cuya afectación influye en la decisión terapéutica)

T. A. C. Tomografia, Escáner) se utiliza poco, superado por la RMN.

Gammagrafía ósea: Se emplea para detectar metástasis en huesos.

Una vez realizadas todas estas pruebas, se determina el grado de volución del tumor y la intervención terapéutica más adecuada.

Tratamiento de la enfermedad localizada.

Existen tres posibilidades:

Extirpación quirúrgica de la glándula. Muy eficaz en pacientes seleccionados, suele conservar la función urinaria (la continencia) en la mayoría de pacientes, y la función eréctil en casos seleccionados.

Radioterapia. Alternativa eficaz en casos seleccionados, evita la necesidad de una intervención. Bien ejecutada, facilita la conservación de la función urinaria y eréctil.

Vigilancia: En algunos casos seleccionados, puede ser la mejor opción, pero el tratamiento por alguno de los métodos anteriores prolonga la supervivencia en general, por lo que no es la primera opción.

Tratamiento de la enfermedad localmente avanzada.

En estos casos el tratamiento óptimo está siendo investigado intensamente.

Se combinan las técnicas las técnicas anteriores con tratamiento hormonal:

Al depender el tejido prostático de las hormonas masculinas, su anulación provoca su desaparición, al menos parcial.

Hoy en dia los agentes de elección son los antagonistas de la LHRH (Leuprolida, etc. tan efectivos que evitan la necesidad de castración quirúrgica (necesaria previamente para evitar una fuente de hormonas masculinas) u otras medidas similares.

Se suelen acompañar, para que el bloqueo sea completo, de antagonistas de los receptores androgénicos (Flutamida, etc.

Producen anulación de la función sexual y de la líbido.

Tratamiento de la enfermedad Metastásica.

En estos casos el tratamiento se limita a las modalidades hormonales.

Para algunas metástasis óseas que provocan síntomas, se puede aplicar Radioterapia localmente.

Son muy importantes los cuidados paliativos (tratamiento del dolor, incontinencia, lesiones óseas,